una historia, algo que compartir... ¿cómo se puede llamar a algo que tal como viene se va? Que pasa por la vida como un torbellino, precioso, pero corto y destructivo. Algo que te dejará huella para siempre, pero que solo ocurrió durante unos días... es difícil de describir, pero algo de tales características solo tiene un nombre: amor. Amor, lo más peligroso del mundo, y a la vez, de mayor destructividad. Te deja exhausto, pero siempre quieres más. Siempre necesitas de él; se trata de una droga, algo que crea adicción. Nuestro mayor tesoro, y la peor guerra. Te mata, te envenena, pero lo necesitas, y esa necesidad aumenta, conforme lo consigues, o lo pierdes.
Y es que en estos últimos días no paro de buscar escusas para llorar. Y porque quiero que me vean triste, y que seas tú el que se me acerque y me abrace, callado. Sin decirme nada que pueda estropear el momento. Nuestro momento. Y quiero que me obligues a mirarte a los ojos y me beses suavemente. Quiero que tú, perfecto como siempre, dejes a tus amigos un instante y vengas conmigo. Quiero pensar que estarías allí, que te preocuparías por mí. Quiero pensar que serias la persona que me entendería, que me sonreiría, y que no haría falta nada más. Quiero imaginarme que el mundo no es como es. Quiero imaginar que tú no eres como eres. Y quiero imaginar que no te quiero, o que tú me quieres.
Vamos en dirección contraria, jugando con lo prohibido, rozando lo improbable. Vamos con los corazones cargados, llenos de juegos fáciles, de metas lejanas. Vamos contra el mundo, escribiendo canciones sordas, grabando fechas. Vamos sin rumbo, sin dirección.