Me resulta imposible no pensar en ti a cada hora a cada instante en el momento que te conocí. Mi vida se ha convertido en un calvario, no me quedan razones para sonreír por el simple hecho de no poder tenerte cerca. Cuando me acuesto las cosas no cambian, mis ojos no se pueden cerrar, tan solo veo tu sonrisa traviesa, tus ojos negros, brillantes e infinitos, (llenos de carisma, de fuego de impacto, de alegría) que me cuentan que eres sincero cuando hablas y me dices que solo quieres mi amistad. Esas palabras son duras pero comprendo que entre nosotros hay muchos años de diferencia y aunque pase el tiempo siempre nos separaran.
Cuando por fin cierro los ojos, sueño contigo, con las tardes que pasamos juntos y en mi sueño se entorpecen esas palabras una y otra vez. La única razón que tengo para despertarme es pensar que es el mismo sol que te despierta a ti el que te arranca de mis sueños cada amanecer.
Al terminar las clases me cruzo contigo, es cierto que intento evitarte pero tus ojos se me clavan como puñales afilados en la espalda y ellas vuelven
Ha pasado casi un año desde que me las dijiste aquellas duras palabras que me dejaron paralizada. A la mañana siguiente estaba triste, no hablaba con nadie y tu viniste a junto mía, me abrazaste y me besaste en la frente como hacías antes, me pediste perdón, no entendí por que pero no se si fue porque en aquel momento me creí la persona mas feliz del mundo pero lo recuerdo como si fuese ayer, y todavía no te he olvidado. El único consuelo que queda para mi y mi corazón es saber que por encima de todo siempre seremos amigos.
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